Este es mi primer premio
literario. Mi relato resultó ganador del tercer premio en el V Concurso de
Relatos Cortos de la prestigiosa revista
literaria ¿o era aeroportuaria? AENAnoticias, la revista que Aena publica
mensualmente. El relato tenía que ser de tema aeroportuario y tener un máximo
de 700 palabras.
Era la segunda vez que
enviaba uno. El año pasado me costó mucho meter una historia en 700 palabras,
tuve que recortar mucho, pero este año parece que con los microrrelatos estoy
desarrollando la capacidad de síntesis y me quedé en 424 palabras. No
estuvo mal, me dieron 300 € de premio, casi a euro la palabra : )
Pongo la página de la
revista escaneada porque me hace mucha ilusión verlo publicado, pero copio el
texto debajo para que sea más cómodo leerlo.
INDIVIDUALIDADES
Escogió para mí una maleta de
color rojo oscuro con las esquinas en gris, vistosa pero no llamativa. Ella viaja
a menudo. Sabe que cada vez que la gran boca se abre chirriando como en un
enorme bostezo y deja resbalar por su lengua, una tras otra, montones de
maletas idénticas, la individualidad de la tuya se diluye inevitablemente en un
conjunto de trolleys oscuros que dan vueltas hasta que alguien los reconoce.
La mía es la segunda, la
reconozco al instante en la distancia. La bajo de la cinta y echo a andar. Me
llama la atención la cremallera del bolsillo delantero, medio abierta. Es
extraño porque yo nunca lo uso, ni siquiera era consciente de él.
Instintivamente meto la mano y, efectivamente, hay algo.
Es un sobre pequeño. Lo
abro:
Aún no te has ido y ya te echo de menos.
Sé valiente.
Te estaré esperando.
Me cuesta imaginarla
escribiendo esta nota.
Pensaba que ella también quería
que me fuera. Estaba tan seguro de que no funcionaría que en cuanto la noté
distante supe que era el momento de usar la excusa que tenía preparada y, por
supuesto, recibí una llamada urgente del trabajo pidiéndome que volviera para
solucionar no sé qué asunto de vida o muerte.
Y ahora me encuentro en
mitad del pasillo de llegadas con su nota en la mano sin saber qué hacer, sin
saber si merece la pena intentarlo, si fue mi miedo a que saliera bien, en vez
de su actitud, lo que me hizo huir; sin saber si debo llamarla, si quiero asumir
el riesgo de que salga bien.
Devuelvo su nota al bolsillo
de la maleta y con la mano ya libre busco su número en la agenda.
—Acabo de llegar y ya te echo
de menos —le digo, intentando sonar ocurrente—. Nada más aterrizar he llamado a
la oficina y parece que todo se ha solucionado, cuando me han querido avisar ya
estaba volando… Sí, es una faena. Pero aún me queda una semana de vacaciones…
Si aún sigue en pie tu invitación quizá sea valiente y coja el próximo avión.
Podría estar ahí a la hora de la cena... Sí, puede que esté un poco loco. Hasta
esta noche, entonces.
De camino a la oficina de
venta de billetes, me alcanza un hombre diez años más joven que yo. Parece
aliviado al verme allí.
—Disculpe,
señor, creo que esa es mi maleta —y me muestra la suya.
—Son
iguales —le respondo incrédulo.
—Casi
iguales, la mía tiene un pequeño bolsillo delante.