lunes, 7 de mayo de 2012

Detrás del silencio


Quizás se haya ido la vecina de arriba. Hace dos noches que no se oye nada: ni un golpe, ni un grito, ni un llanto; sólo silencio.
Ahora, por fin, dormiremos sin que el dolor ajeno perturbe nuestros sueños. De día ya sólo lo oímos a él y sus ruidos domésticos: el sonido del grifo, el agua llenando el caldero una y otra vez y ese trajín de abrir y cerrar puertas y cajones. De noche, sólo silencio.


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Ilustración de Marga Alonso de la Torre

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