Quizás se haya ido la vecina de arriba. Hace dos
noches que no se oye nada: ni un golpe, ni un grito, ni un llanto; sólo
silencio.
Ahora, por fin, dormiremos sin que el dolor ajeno
perturbe nuestros sueños. De día ya sólo lo oímos a él y sus ruidos domésticos:
el sonido del grifo, el agua llenando el caldero una y otra vez y ese trajín de
abrir y cerrar puertas y cajones. De noche, sólo silencio.
(pincha para ampliar)
Ilustración de Marga Alonso de la Torre
Surgen sospechas de canibalismo gourmet.
ResponderEliminarPues no sé si se la comió, pero no pinta nada bien ...
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