lunes, 25 de junio de 2012

Micros para concursos

El mes pasado envié microrrelatos a dos concursos: uno de la editorial Pearson en Facebook y el otro de Cercanías de Renfe. Esto de los concursos, para mí, tiene una aspecto negativo porque siempre lo mando apurada por el plazo y va como esté, aunque no lo vea redondo; pero tiene también una parte positiva y es que me obliga a  pensar en una historia o a sentarme y plasmar alguna que tengo ya debajo del sombrero y  eso me permite tener un pequeño banco de micros a medias que más adelante podré pulir y redondear.

Este es el que presenté a Renfe, de tema relacionado con el tren y menos de 99 palabras.

En este enlace están los tres ganadores y los veintidós finalistas. El mío quedó el cuarto de los finalistas.


Título : Compartimentos estancos

Autora: Nieves Torres Alonso
Un joven rubio la despidió en el andén con un largo beso apasionado. Ella subió al vagón, se acomodó en el asiento y sacó un libro. Él se fue haciendo pequeño mientras el tren se alejaba. Varias horas después cerró el libro, se ahuecó la melena con los dedos y bajó al andén donde la esperaba un joven moreno que la recibió con un largo beso apasionado.




El concurso de la editorial Pearson consistía en terminar un cuento en un máximo de 500 caracteres, incluyendo espacios, a partir de este inicio: 


“Esa mañana me había levantado pronto, quería aprovechar el tiempo. Abrí el libro por una página al azar y...”


Había premio para los 50 mejores, pero no hubo suerte. Esto es lo que me salió:


Esa mañana me había levantado pronto, quería aprovechar el tiempo. Abrí el libro por una página al azar y leí “Al día siguiente, …” Lo interpreté como una señal de que debía aplazar cualquier actividad al menos 24 horas. Más relajada, con una taza humeante en una mano y el libro en la otra, me acomodé en el sofá bajo mi manta favorita, dispuesta a disfrutar de ese paréntesis que el azar me había regalado.


jueves, 21 de junio de 2012

Levantamiento de cadáver


 —El señor marqués se viene conmigo— escupió la marquesa, con su maldad rancia y estéril, al pasar por delante de nuestra familia. Nuestra abuela no acusó el golpe; no le cabía ya más dolor. La abuela le había ganado esa batalla a la marquesa muchos años atrás, cuando el abuelo dejó de visitarnos a escondidas y apenas volvió ya a la casa principal.

 Todos sospechábamos que la marquesa querría llevarse al abuelo, pero no la esperábamos en persona. Ninguno levantó la vista del suelo ni cuando mi hermano, al ver cómo la viuda ordenaba que se llevaran el féretro, anunció con la voz rota que el diablo en persona había venido a cobrarse el alma.

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Cuadro de Ignacio Alonso de la Torre

miércoles, 13 de junio de 2012

Las trampas del tiempo


El reloj marca las cinco y media, es demasiado tarde ya.

—Ya no vendrá— digo y no puedo evitar un suspiro que me deja un sabor amargo a punto final.

Mis ojos recorren el parque por última vez. Hoy haría 50 años, pero no hay aniversarios para lo que no llegó a suceder. Mientras me ayuda a levantarme, mi nieta me señala interrogante a un señor sentado un poco más allá.

— ¡Nena, por Dios! Era alto, guapísimo y tieso como una vara— la regaño al ver a ese pobre anciano calvo y encorvado. 


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Ilustración de Marga Alonso de la Torre/Nieves Torres

martes, 5 de junio de 2012

Instintos


Oigo un suave silbido muy cerca. Vuelvo la cabeza lentamente y ahí está. Clava sus ojos en los míos y me escupe su lengua bífida, el cuerpo largo y viscoso se desliza sin prisa, sinuosamente, hasta quedar plegado como un resorte junto a la cabeza. De pronto, ¡zas!, abre sus fauces de par en par y se lanza hacia mí como un látigo. Un espasmo sacude mi cuerpo y me lanzo de un salto al agujero. Aún tiemblo hecho un ovillo, con la cola rozando mis bigotes, al fondo de la galería.

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Ilustración de Marga Alonso de la Torre/Nieves Torres