jueves, 31 de enero de 2013

Cata de palabras

Joderme —repite Micky saboreando la palabra entre dientes. 
Es la palabra exacta; le gusta ese sabor intenso y amargo, pero no sabe si puede permitírsela. Lo intenta con otras: quizá fastidiarme, pero la encuentra sosa y desabrida; importunarme deja en el paladar un regusto rancio y ñoño; jeringarme es potente, aunque con un matiz vulgar que no le convence. 
—Entrégala ya, poeta— dice el director. Quiere saber, por escrito, por qué le contestó inútil a la de lengua cuando le pidió un adjetivo que la definiera.
La respuesta es concisa: — Porque lo preguntó para joderme.


Relato enviado hace un año, en enero de 2012, al concurso de Relatos en Cadena de La Ventana en La Cadena SER
Cada semana la frase de inicio es la última frase del texto ganador de la semana anterior y la extensión de los microrrelatos no puede superar las cien palabras, sin incluir la frase de inicio. En negrita, la frase de inicio obligatoria, del micro ganador de Jesús Esnaola.

Ilustración de Inma Alonso de la Torre

sábado, 12 de enero de 2013

SUPERVIVENCIA Finalista semanal ReC

Este microrrelato ha sido finalista esta semana, la 13, en Relatos en Cadena en La Ventana de la Cadena SER.

En este enlace tenéis el audio de la final semanal:


Podéis leerlo en la página de la Escuela de escritores junto al micro ganador de Paloma Casado, del blog Cantabria en dos latidos  y al del otro finalista, Miguel Montanés, en este enlace:


SUPERVIVENCIA

Hoy mamá va a probar con la pistola. Con el brazo izquierdo entablillado, el rifle y el arco quedan descartados. Apostada detrás del árbol le disparará. Nosotros desde casa veremos otra vez nuestra cena pasar corriendo seguida de dos crías. Mamá entrará diciendo "fallé" y abrirá la última lata. Mañana cuando le apunte no tendrá más remedio que abrir los ojos.


La frase en negrita era el inicio obligatorio y es la frase final del ganador de la semana anterior, un micro precioso y sobrecogedor de Mónica Sempere Creus a quien podéis seguir en el blog 100x100 micros

jueves, 10 de enero de 2013

Otra vida- I Carrera Verde

I CARRERA VERDE DIGITAL POR RELEVOS

Vengo corriendo, como una acelga veloz, desde casa de Marigüary que me da el relevo en esta I Carrera Verde que organiza Luisa Hurtado en su blog Microrrelatos al por mayor.

Yo estoy en el equipo Los Acelgas y estos son mis compañeros y sus blogs (pincha en el nombre de los blogs para visitarlos):


Los Acelgas:

Sandra Montelpare (escritora), Ficcionario breve
Cabopá (escritora), Ay maricarmen
El Moli (escritor), Los delirios del Moli
Gema Luz (ilustradora), Marigüary
Nieves (escritora), Debajo de mi sombrero
Sandra Montelpare (escritora), Ficcionario breve



Gema Luz ha colgado en su blog Marigüary esta preciosa ilustración:


Puedes verla aquí en su blog: Ilustración de Marigüary

Tomo su relevo y ésta es mi aportación a la I CARRERA VERDE DIGITAL POR RELEVOS:

OTRA VIDA
La imagen aún hoy sigue allí, sobre una vieja pared desconchada, con sus peces muertos bañados por las lágrimas de la madre, pero también con sus banderas verdes. Allí sigue a pesar de los años que han pasado y de que los más pequeños del pueblo no llegaron a conocer la contaminación  de aquel entorno.
Después de años de luchas y denuncias, Nacho y el resto del pueblo consiguieron detener los vertidos  y aunque ya era tarde para recuperar el río y los campos que lo rodeaban, aún había tiempo para volver a empezar.
Los mayores aún recordaban cómo era la vida antes de bajar desde los pueblos de la montaña al valle en busca del progreso. No tenían muchas comodidades, pero sí una vida llena de cosas pequeñas y muy saludable. Cuando uno necesitaba hacer un camino o techar una cuadra, podía contar con la ayuda de los vecinos; si enfermabas, tenías quién te echara una mano con el ganado o las cosechas y no se tiraba nada: si te sobraban manzanas o fréjoles, los compartías con quien no tenía. La vida seguía un curso lógico y se desarrollaba siguiendo el ritmo que marcaba la naturaleza. Apenas habían modificado su entorno en siglos.
Cuando decidieron abandonar el valle y volver a empezar en los pueblos vacíos de la montaña, los jóvenes apenas sabían hacer nada, cada uno estaba especializado en una pequeña parcela de la vida y era incapaz de sobrevivir por sus medios. Aprendieron entonces que la vida es mucho más fácil trabajando en equipo y también que los mayores son una fuente de sabiduría ancestral en la que apoyarse y de la que aprender.
A veces todavía 
bajan a los más pequeños a ver la imagen de la vieja pared y las ruinas de lo que un día fue una vida insostenible para que nunca lo olviden.


Le paso el testigo a Sandra Montelpare, que pondrá el punto final a la carrera de las acelgas en su blog Ficcionario breve

Noche de Perros para ENTC

Con este relato participo en la convocatoria de enero del blog Esta noche te cuento. El tema es ...cuando despertó... un homenaje al famoso micro de Monterroso.

Para leerlo en ENTC pincha aquí:
ENE64. NOCHE DE PERROS, de Nieves Torres Alonso de la Torre

(Ilustración de Mercedes Daza)

NOCHE DE PERROS


Cuando abrí los ojos supe que no había sido una pesadilla. La hija de Nara seguía junto a mi cama, respirando débilmente, pero viva.

La de Nara, esa noche, había sido una muerte trágica: era muy joven y había muerto entre aullidos pariendo a unos cachorros que morían al nacer.

Papá preparaba la cena cuando el parto se adelantó varios días. Nosotras colaboramos en lo que pudimos: hervimos agua, preparamos paños, tratamos de reanimar a los cachorros y de aliviar a la madre, pero no sirvió de mucho. A medianoche, mi madre envolvió a Nara en una toalla y con el último cachorro cobijado en el escote de su blusa, se los llevó a la única clínica abierta a esas horas. Volvió de madrugada, derrotada, con el cachorro, una hembra diminuta con pocas probabilidades de sobrevivir. 

Esa noche nos acostamos casi sin cenar y todos, hasta mi padre, lloramos antes de dormir. 

Mi hermana, que quería ser atea, quiso entender la muerte de Nara como una prueba de que Dios no existe, le parecía impensable un dios tan poco oportuno. El resto nos centramos en criar a la pequeña. La llamamos Maisha, que en swahili significa “vida”.

 

(Fotos de Inma Alonso de la Torre)

lunes, 7 de enero de 2013

Un Hermano Como Tú. Cuento en familia

Este cuento para mis hijos es una de las primeras cosas que escribí hace algo más de dos años, después de unos 25 años sin escribir una línea. Se me ocurrió porque Sara tuvo una temporada en la que, a veces, se preguntaba por qué le había tocado un hermano tan "inquieto" como el suyo y le daban cierta envidia algunas de sus amigas que son hijas únicas. Se olvidaba de que son muchísimas más las veces que lo pasan genial juntos jugando, bailando, haciendo teatro, experimentos, ... y que la hace reír a carcajadas muchas veces (aunque también es verdad que la enfada a menudo, pero eso son gajes del oficio de ser hermanos).
Con mi texto y las ilustraciones de los protagonistas hicimos un libro. Ésta es la cubierta:



UN HERMANO COMO TÚ



En el País de las Nieves, donde siempre hace frío, vive una niña de 7 años, pelo rubio y grandes ojos azules. Su nombre es Sara. Como cada día allí, hoy empieza a amanecer y la nieve cae ya silenciosa sobre el valle. Sara se pone una bufanda a rayas y mira a su alrededor sin saber qué hacer. Se aburre. Si pudiera pedir un deseo, pediría alguien de su edad con quien jugar, alguien como Alberto.



Muy lejos de allí, en el País del Sol, donde siempre hace calor, vive un niño de 7 años, pelo castaño y preciosos ojos verdes. Su nombre es Alberto. Como cada día allí, hoy empieza a amanecer y el sol asoma ya por el horizonte. Alberto se pone una camiseta a rayas y mira a su alrededor sin saber qué hacer. Se aburre. Si pudiera pedir un deseo, pediría alguien de su edad con quien jugar, alguien como Sara.




Aunque no lo recuerdan, ya se conocen. Es una historia un poco extraña, pero creo que sucedió de verdad.


Una noche Sara soñó que tenía un hermano como Alberto y esa mañana, cuando abrió los ojos, él todavía estaba allí. Sara se acercó a él y lo llamó susurrando. El también había soñado con Sara, por eso no se sorprendió al verla junto a su cama. Bajaron la escalera sin hacer ruido y miraron por la ventana, ninguno reconocía aquel paisaje, pero les gustó porque todo era muy verde y no hacía ni frío ni calor. Al otro lado de la ventana había un jardín con flores y árboles llenos de pájaros y al final del prado había algo que parecía una casita en miniatura con el tejado rojo y las paredes pintadas como un cuento.


-¿Qué es eso? -preguntaron los dos a la vez y les dio la risa. No habían terminado de reírse cuando vieron algo salir de la casita. Salió de un salto y empezó a picotear el suelo, enseguida salió otra, y luego otra y otra más. 

-¡Gallinas! Volvieron a decir a la vez y rieron a carcajadas.    

(ilustración de Alberto Micó Torres)

Los escalones de madera anunciaron que alguien bajaba y Sara y Alberto se miraron un poco asustados, -¿Quién será?- pensaron a la vez. 


-¡Madrugadores! ¿Qué hacéis levantados tan temprano? –dijo mamá sin poder evitar un bostezo. 

-Fue Sara- dijo Alberto, por si acaso. 
-Fue Alberto- dijo Sara, por si acaso. 

Pero mamá sonrió, les dio un beso de buenos días y los dos respiraron aliviados. 

Desayunaron pan hecho por mamá, zumo de naranja, leche y mermelada de ciruela. Ya casi habían terminado cuando papá entró por la puerta del jardín, traía huevos de las gallinas, una cesta con ciruelas maduras y un beso para cada uno. 

-¡Buenos días! Acaban de llamar los padrinos, vendrán dentro de un rato con Mateo para pasar el día en la playa con nosotros-dijo.

-¡Bien! ¡Bravo! - Alberto y Sara aplaudieron contentos, aunque no sabían muy bien quiénes eran los padrinos, ni Mateo, ni dónde estaba la playa.



La playa estaba muy cerca de la casa y había otros niños y niñas, que parecían sus amigos. Los padrinos llegaron un poco más tarde con el primo Mateo y todos juntos jugaron a construir carreteras en la arena, a seguir huellas, hicieron carreras, brincaron de roca en roca, buscaron peces en los charcos y saltaron olas con papá y mamá hasta la hora de comer.

(ilustración de Sara Micó Torres)


A la vuelta, rendidos en el asiento de atrás del coche, se miraron contentos y Sara dijo muy bajito: -Me gustaría tener un hermano como tú y Alberto dijo:-Y a mí una hermana como tú. A lo mejor si lo deseamos los dos esta Navidad...